Toledo

La primera vez que vi al Oráculo fue en la comunión de mi primo. Por aquel entonces yo tendría unos siete años y él unos once.
Después de la ceremonia en la iglesia acabamos todos los pequeños, que eramos catorce, metidos en el coche oficial que nos llevaría donde se celebraba el banquete.
Resultó bastante complicado conseguir que entráramos todos, y a mi me tocó el hueco que queda para meter las piernas en el asiento del copiloto.

Durante el trayecto, que fue bastante largo, empezamos a contar chistes, a cantar canciones, y en fin, a montar follón.
El chofer debía tener más paciencia que un santo porque recuerdo que ni se inmutaba, ni siquiera cuando empezaron a volar los calcetines por encima de su cabeza.
 A mi me cayó uno y me dió tanto asco que me negué a devolverlo.
Cuando llegamos, fuimos saliendo como pudimos del coche, y entonces vi al Oráculo, sin uno de sus calcetines, sonriéndome con cara de pillo.

Comentarios

  1. Eso de utilizar los calcetines para ligar no lo había pensado yo.
    Ya veo que da buenos resultados.
    Saludos

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  2. Vicente, no te lo recomiendo XD

    Gaiar, me parece que me paso de críptica, igual si volviera a nacer conseguiría dejar de serlo.

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