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Mostrando entradas de octubre, 2006

Adorada soledad

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Aqui estoy de nuevo, deshaciéndome del lastre que supone mantener la puerta permanentemente abierta. A veces necesito descansar, respirar hasta llenar mis pulmones completamente, y escuchar el silencio de mi adorada soledad. Cuando el aire sale de mi, lo hace transformando millones de recuerdos y sensaciones en cálido aliento que se diluye en el universo que me rodea. El sistema se cierra, el aire caliente me impulsa hacia un nuevo rumbo, los recuerdos ya no existen, podré recuperarlos con una nueva inspiración, pero deberá ser voluntaria y precisa, y aún así, nunca volverán en la misma forma que se fueron.

Todo es azul

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Y bajamos por las callejuelas del centro, caminando entre la gente, hasta que inadvertidamente, la plaza se abrió para nosotros, soberbia y acogedora. Teníamos a nuestra espalda el templo de la música y frente a nosotros, el Palacio de la vanidad, lejano, detrás de un mar de laberínticos jardines, custodiados por estatuas de valientes guerreros y pensadores ilustres, que no supieron impedirnos el paso. Cruzamos insolentemente entre ellos y tocamos los muros del Palacio, lo hicimos nuestro y después lo abandonamos. Para siempre. Regresamos cargados de historia, de sabiduría, de infinita comprensión. Y nos sentamos a contemplarnos en toda nuestra belleza. Ya no hay reservas, porque no hay miedo. Todo es azul.

Punto de congelación

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A medida que iban quedando menos pasos para llegar a la puerta, la ansiedad iba en aumento. Hacía más de un año que no se encontraba con M. y no sabía cómo se sentiría al volver a verle. Desde la puerta pudo ver que había un montón de gente alrededor de la mesa, y salvo tres personas, hubiera preferido que a los demás se los tragara el mismo infierno, pero no siempre se puede tener todo lo que se desea. O no cuando se desea. Avanzó hacia la barra, pidió una cerveza y fue entonces cuando se dió cuenta de que le había visto y no había sentido absolutamente nada. Le dijo al camarero que no le pusiera la cerveza, que se tenía que ir, y sin que nadie la hubiera visto se marchó. Al salir una sonrisa brotó en sus labios, sabía que ese día tenía que llegar, pero le sorprendió que hubiera sido tan fácil.