El experimento de Milgram

En El experimento de Milgram trataban de saber hasta qué punto una persona es capaz de ser persuadida por otra a la que considera una autoridad.

La persuasión es tan absoluta que todos los que participaron en el experimento llegaron a torturar a las victimas hasta que todo hacía pensar que habían muerto, y un 65% continuaron más allá, a pesar de que la victima no daba ya señales de vida.

Ninguno de los que participaron se detuvo, a pesar de que resultaba evidente el sufrimiento atroz de la victima, sólo obedecían las órdenes.

Por eso es muy importante saber en manos de quien has depositado tu confianza, aunque personalmente lo tengo muy claro, no confío en nadie y a la vista del experimento es la postura más inteligente que se puede adoptar.

Y por eso me cuesta cada día más ir a comprar a un Megasupermercado de esos que contratan a las personas con horarios esclavos y salarios esclavos. No me resigno a que la gente se muera esperando una operación en una sanidad pública cada vez más ineficiente, ni puedo convivir con la miseria de familias ahogadas por culpa de crisis económicas mundiales que nadie comprende y a nadie le importan.

Cambio de canal cuando salen las imágenes de personas que llegan hasta la costa en ridículas embarcaciones, o hablan de redes de pederastas o prostitutas, o aparecen rutilantes los últimos mafiosos que han conseguido llevarse un pedazo de la tarta, o se ensalza la fama y el dinero fácil y se arrincona el pensamiento.

Lo siento pero no, no confío en nadie, la autoridad se permite el lujo de torturar a las personas a mi alrededor y yo no soy más que una prescindible pieza de su puzzle, pero aún así, no pueden contar conmigo para que acepte las reglas de este experimento.
No puedo hacer nada, no puedo evitarlo, pero lo que sí puedo hacer es negarme a participar.

No sé quien decía que si metes una rana en un cubo de agua hirviendo, saltará fuera. Pero si la metes cuando el agua está fria y la vas calentando poco a poco, conseguirás que hierva y la rana morirá sin darse cuenta.
Es evidente que el agua ya está demasiado caliente.

Comentarios

  1. Escalofriante realidad. También cuentan que para cocer bien el marisco hay que poner el bicho vivo y en agua fría para ir calentándola, pues de otra forma se agitará y perderá las patas, estropeando su presentación en la mesa.

    La mayoría de mi vida laboral ha supuesto para mi una alienación. No soy yo el que ha hecho esas cosas, esas llamadas. No soy yo el ángel de la muerte que con su guadaña hizo rodar esas cabezas.

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  2. Es alucinante lo del experimento, y escalofriante por lo real que es y podemos llegar a ser, yo adopte tu decisión de no alienarme hace tiempo, aunque aun sigo con pequeñas lapas pegadas a mi cuerpo, es duro al principio, pero al final se agradece, ahora ya ni cojo el periodico ese gratuito, alias folletin propagandistico...., mucha suerte

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  3. jope Chuso,casi me has dado miedito!, pero si, parece que estamos obligados a hacer cosas que no queremos... al menos podemos seguir preguntándonos por qué y quien sabe, tal vez algún día podamos incluso hasta negarnos.

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  4. Pues si, lo peor del experimento es que ninguno de los que lo hicieron se detuvieron, así que no vale aquello de "yo no lo hubiera hecho", porque seguramente todos lo hubiéramos hecho.

    Siempre se puede pensar que tal vez, sabiendo que somos capaces de algo así, podamos también ser capaces de evitarlo.

    Cada vez estoy más segura de que es importante ser plenamente consciente de lo que uno hace, en todo momento.

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  5. Muy duro lo del experimento...pero como que debo de ser realmente masoca sigo confiando aunque cada vez me cuesta más hacerlo... ojala un día pueda adoptar la postura de no confiar, pero mucho tendria que cambiar...

    Besines embrujados

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  6. Bueno, en realidad la vida continúa igual confíes o no, porque cada vez dependemos menos de nosotros mismos.

    besos

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  7. En algo habra que claudicar... hay que comer.

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  8. Si, hay que comer, pero me sigue sentando mal la comida... me gustaría que no fuera así.

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