La niebla
Faltaba una hora para que el sol despertara y no había nadie más por las calles de la urbanización.
Se detuvo, bajó la ventanilla del coche y escuchó el silencio del invierno.
Cuantas veces lo había escuchado y cuantas veces le había parecido completamente nuevo.
Salió del coche y encendió un cigarro.
Cerró la puerta y se apoyó en ella.
Esperó pacientemente a que amaneciera.