Casa Odil
A los pies del árbol muerto está la pequeña silla de piedra. Es del tamaño adecuado para que se siente un niño que no supere los tres años. El tamaño justo para ella, de esa forma tiene un lugar en el que esperar, sin tener que vagar por el inmenso jardín.
Y espera, espera que alguien descubra donde está su cuerpo y poder liberarse de la maldición. Porque todo aquel que está enterrado sin que nadie sepa de su existencia, está maldito.
Ha pasado mucho tiempo desde que él la enterró bajo la casa, no recuerda cuanto, en realidad no recuerda casi nada de lo que fue su corta vida. Recuerda a su madre, siempre triste desde que su padre las abandonó, recuerda que el hermano de su padre venía a visitarlos y a consolarla, recuerda la noche que escuchó gritos en la habitación de arriba y después el silencio. Ese silencio que se volvió denso como el aceite y burbujeaba a medida que él bajaba las escaleras y se dirigía al estudio donde se escondía.
Pero la encontró, y con lágrimas en los ojos, como si no pudiera evitarlo, la asfixió. La envolvió en una manta con dibujos de estrellas y planetas, cavó hondo, donde a nadie se le ocurriera buscar en mucho tiempo y a la mañana siguiente, se marchó.
Pero su madre no murió, despertó y la buscó, llamó a la policía y buscaron a quien creían su secuestrador, pero no lo encontraron, nunca lo encontraron, ni a él, ni a la niña.
Por eso puso aquella pequeña silla de piedra bajo el árbol muerto, porque esperaba que volviera. Y con el paso de los años, y la pérdida de la esperanza, fue en esa silla donde se subió para pasar la cuerda desde la que se colgaría, acabando con su vida.
En una fría mañana de otoño, con una espesa niebla que cubría el jardín, despertó bajo el árbol, se incorporó, miró la silla y allí estaba ella, sonriendola, con sus largos rizos rubios cayendo alrededor de su cara, parcialmente tapados por un edredón cubierto de estrellas y planetas.
Desde entonces viven felices en un tiempo del que no pueden escapar, esperando que alguien las libere de la maldición y puedan al fin, descansar.
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