el color del cristal

Jugando a Moonlights se pasa el tiempo pausadamente, pero sólo si quieres. Puedes construir estructuras tan complejas como se te puedan llegar a ocurrir, incluso puedes llenar la pantalla de montones de vigas de polvo de estrellas, o también puedes lanzarte en una vorágine clickadora buscando la solución con el menor número de puntos de apoyo posibles. La forma no importa realmente, no es un juego en el que debas extremar la cautela, o la solución se desvanecerá entre las teclas, hay muchas formas de conseguir el resultado, y todas son simples. Sólo hay algo que reprocharle, y muy seriamente, y es el maldito anuncio publicitario para los ávidos de pasta sin límite de Apple , porque es lamentablemente un juego que también pueden comprar los propietarios de un Iphone . Eso si, no lo he acabado, porque los niveles finales parecen estar diseñados para un smartphone , que se deslice entre pantallas con velocidad, y no para el ratón de un PC. O va a ser que también cansa.

Hoy es el décimo día, del décimo mes del décimo año de este nuevo milenio, y son las diez horas, diez minutos y diez segundos. No tengo mucho más que decir. Desde que me enganché al Facebook me estoy acostumbrando a ser tan escueta que a veces la mayor simplicidad es la hoja en blanco. Y ya si eso los demás que vayan imaginando. La comunicación que promueve Facebook es tan superficial y efímera, que la sensación que queda es similar a tomar un colorido y dulcemente atractivo postre, que finalmente no te despierta ningún sabor. Pero "Me gusta" Facebook , aún no sé por qué.