Son diecisiete
Esa noche, a las doce, cumplía diecisiete años. Había ido a celebrarlo al bar El Norte en Pozuelo, con su pandilla de amigos pijos de la urba. Se pidieron unos minis de cerveza, leche de pantera y Baileys y mientras iban quitándose los abrigos empezó a sonar Lobo hombre en París, de La Unión. Entre la nube de humo se podía ver la televisión, que estaba en una esquina, encima de la barra. Desde el Thriller de Michael Jackson se había puesto de moda hacer "video clips" con las canciones que tuvieran algún éxito y de ahí a poner los videos en los bares de copas, fue sólo un paso. Acabó La Unión y empezó The Communards, con su alegre Don´t leave me this way machacando los oidos, "no me dejes de esta manera". Recordó al holandés que había conocido el último verano. Un magnífico dios apolo de casi dos metros de altura, de pelo rubio y ojos azules, tierno como un niño, lo que era más que razonable, porque sólo tenía 19 años. Fue un encuentro casual y no le dió la más míni...