Quisiera ser
Sombría y acogedora, desde la puerta, se abre la estancia y al fondo, recostado en el sofá, lee un libro. La luz del sol de la mañana entra desde la ventana que hay detrás de él, lo acaricia, como él acaricia las hojas que cuidadosamente va pasando. Hay un absoluto silencio y a lo lejos, tras los muros, el murmullo de la ciudad es apenas perceptible. Los techos son altos, los cuadros que visten las paredes dibujan paisajes de otras ciudades, calles empedradas, puentes solitarios, montañas protectoras, parques cuajados de flores. La manta cubre sus piernas, el almohadón le sirve de atril, reposa en la mesa cercana un cenicero, en el que un cigarrillo agota sus últimas nubes de humo. No sabe que le observo, está absorto en la lectura, viaja por un mundo fantástico, acompañado de valientes guerreros, inmerso en batallas decisivas, su alma está viajando donde nunca nadie más ha estado y cuando regrese de su viaje, nunca nadie más volverá a estar allí. Quisiera poder inventar las historias