Quisiera ser
Sombría y acogedora, desde la puerta, se abre la estancia y al fondo, recostado en el sofá, lee un libro.
La luz del sol de la mañana entra desde la ventana que hay detrás de él, lo acaricia, como él acaricia las hojas que cuidadosamente va pasando.
Hay un absoluto silencio y a lo lejos, tras los muros, el murmullo de la ciudad es apenas perceptible.
Los techos son altos, los cuadros que visten las paredes dibujan paisajes de otras ciudades, calles empedradas, puentes solitarios, montañas protectoras, parques cuajados de flores.
La manta cubre sus piernas, el almohadón le sirve de atril, reposa en la mesa cercana un cenicero, en el que un cigarrillo agota sus últimas nubes de humo.
No sabe que le observo, está absorto en la lectura, viaja por un mundo fantástico, acompañado de valientes guerreros, inmerso en batallas decisivas, su alma está viajando donde nunca nadie más ha estado y cuando regrese de su viaje, nunca nadie más volverá a estar allí.
Quisiera poder inventar las historias que le seducen, quisiera poder crear las palabras que consiguen provocar en él el deseo de vivir otras vidas.
Quisiera poder escribir la historia que no pudiera evitar leer, que no pudiera evitar continuar leyendo, quisiera ser el libro que atesora con pasión en su regazo.
Levanta la mirada y me ve apoyada en el umbral de la puerta, las lágrimas recorren mis mejillas pero en la penumbra no adivina a verlas.
Cierra el libro y me sonríe, le lanzo un beso, y antes de que rompa el mágico silencio, desaparezco.
Hay un absoluto silencio y a lo lejos, tras los muros, el murmullo de la ciudad es apenas perceptible.
Los techos son altos, los cuadros que visten las paredes dibujan paisajes de otras ciudades, calles empedradas, puentes solitarios, montañas protectoras, parques cuajados de flores.
La manta cubre sus piernas, el almohadón le sirve de atril, reposa en la mesa cercana un cenicero, en el que un cigarrillo agota sus últimas nubes de humo.
No sabe que le observo, está absorto en la lectura, viaja por un mundo fantástico, acompañado de valientes guerreros, inmerso en batallas decisivas, su alma está viajando donde nunca nadie más ha estado y cuando regrese de su viaje, nunca nadie más volverá a estar allí.
Quisiera poder inventar las historias que le seducen, quisiera poder crear las palabras que consiguen provocar en él el deseo de vivir otras vidas.
Quisiera poder escribir la historia que no pudiera evitar leer, que no pudiera evitar continuar leyendo, quisiera ser el libro que atesora con pasión en su regazo.
Levanta la mirada y me ve apoyada en el umbral de la puerta, las lágrimas recorren mis mejillas pero en la penumbra no adivina a verlas.
Cierra el libro y me sonríe, le lanzo un beso, y antes de que rompa el mágico silencio, desaparezco.
Hoy he escrito sobre El color del cristal. Mira, he puesto lo que sigue:
ResponderEliminarY es que en el mundo traidor
nada es verdad ni es mentira
todo es en base al color
del cristal con que se mira.
La belleza existente en la cotidianidad, es mas hermosa de lo que nos suele parecer, solo aquellos que miran con otros ojos, son capaces de apreciarla....
ResponderEliminarEstupendo Vicente :)
ResponderEliminarMe alegro de que sepas apreciarla Pitxi, a veces tanta belleza duele, y es mejor compartirla.
ResponderEliminarbesos