Sunshine

Tengo vacaciones de Navidad desde mañana hasta el domingo 3 de enero,
Qué bien suena, cómo me apetece y qué ganas tengo de disfrutarlas al cien por cien.

Espero que con las vacaciones tenga más tiempo para actualizar el blog, porque el maldito Facebook me absorbe todo el tiempo libre que puedo dedicarme a escribir.

Me paso el rato pinchando en perfiles, fotos, actualizaciones de estado y test chorras y cuando quiero darme cuenta ya no sé ni qué demonios iba a escribir.
No sé si será una moda pasajera o esto va a ser permanente, en cualquier caso, es, y como es, pues no puede no ser.

Además de Facebook, cuando tengo algo más de tiempo, hago soffing y veo montones de películas pendientes, entre las que recomiendo, por orden de importancia, Sunshine, Moon y Fracture, donde Anthony Hopkins está soberbio.

Si no tienes tiempo de ver las tres, entonces sólo te recomiendo Sunshine, y si tampoco tienes tiempo, entonces lo sacas de donde sea, dejas de comer o de dormir o de hacer cualquiera de las cosas de vital importancia que tuvieras que hacer, y la ves, porque tienes que verla.

Sunshine está posiblemente entre las mejores películas de ciencia ficción de naves y viajes en el espacio que se hayan rodado en los últimos años, pero no es menos cierto que no te lo parecerá si antes no has visto las demás obras maestras del mismo género como Alien, Event Horizon, 2001, Solaris o Misión a Marte.

Cuando acabas de verla tienes la sensación de que te han presentado al retoño de unos amigos a los que conoces muy bien y has visto madurar con los años.

Parece el resultado de haber meditado y extraído de cada película algunos detalles característicos, haberlos hilvanado, y haber creado después una película completamente diferente, con su propia personalidad.
De todas las escenas clonadas me quedo con la del muñequito balanceandose suavemente sobre una mesa, que evoca a la escena inicial de la Nostromo despertando en Alien, pero hay muchas más, que puedes ir descubriendo.
En fin, que merece la pena perder un rato con ella.

Bueno, vale, tal vez el final no sea grandioso, ni acorde con el excelente nivel de todo el argumento anterior, pero... no la condeno al olvido por eso, aunque reconozco que mi motivación es más emocional que racional.