La nueva década

Pues si, comienza una nueva década y no podemos hacer nada para que no sea así.
Es lo que tiene el paso del tiempo, que no hay forma de congelarlo y obligarlo a pararse, y con él, a las arrugas, las canas, los suspiros de cansancio, la falta de interés por cada vez más cosas y en definitiva, la decrepitud.

No sé por qué nos tomamos con tanta ilusión que empiece un año nuevo, como no sea porque al fin se ha acabado el asco de año anterior, no le veo más sentido.

Cuando eres un bebé y pasa un año dejan de tratarte como al rey de la casa y ya tienes que estar pensando cómo demonios agarrar tú mismo el bibe, y no digamos cuando han pasado tres y ya circulas en disciplinada fila de a dos a tu clase en el cole.

Después pasan más años y llegan más responsabilidades, más problemas, pero como también vas levantando más palmos del suelo eso te hace sentir mejor y no ves la trampa, el socavón en el que te estás metiendo.

Llega la adolescencia y sigues felicitando el año nuevo, esperas que no te salga ningún grano más y que todo lo que crece de forma descontrolada en ti acabe encontrando un sitio razonable. Qué bien un año menos para ser mayor y hacer lo que me dé la real gana. Ja.

Después siguen pasando los años, y lo que es peor, las décadas, ya no eres de la chupi generación X, ni de los Jasp, los 80 ya no son guays, y la movida madrileña se exhibe en museos.
Se acabó el siglo XX y te pilló tomando las uvas con un embarazo de ocho meses y medio.
Feliz año 2000, feliz siglo XXI, pero por mucho que te empeñes no lo es, nunca es como piensas que será.

Lo bueno que tiene escribir un blog es que consta lo que ha ocurrido durante el año, y por eso consta la felicitación del año pasado.
No esperaba nada del año nuevo que llegaba y creo que voy a seguir en la misma línea, aunque con otro espíritu.
Lo que tenga que venir, vendrá, y lo que no, no me encontrará esperando.

Feliz 2010!