Mr. Hyde

El Señor Hyde se detuvo en seco. Parecía que el agujero de bala humeante que se dibujaba entre sus cejas lo sostuviera colgado, como un cuadro a una pared invisible.

Armonía sostenía temblorosamente el revólver al final de su brazo, sentía que su mano había dejado de pertenecerle. El silencio tomaba forma en el humo del tabaco que espesaba el aire, llenando cada rincón del pub del Irlandés. Bajó lentamente el brazo y dejó caer el arma.

El Señor Hyde continuaba en pie, desafiante, a pesar de que la vida estaba huyendo de sus ojos.

Caos entró por la puerta del pub, haciendo gala de su nulo sentido de la oportunidad. El aire en el interior se movió lo suficiente para romper el equilibrio y el Señor Hyde cayó hacia delante, haciendo crujir cada una de las tablas de madera que recibieron su cuerpo.

Comentarios