Rosas negras
Va a encontrarse con él en uno de los barrios marginales de la ciudad.
Los bloques de pisos se amontonan sin sentido, dejando apenas espacio entre ellos para que se acumulen los cubos de basura.
Casi es de noche y empieza a sentir miedo de que algo en ella la delate como ajena a este mundo olvidado, pero pasa desapercibida y consigue llegar al portal.
Él vive en el último piso y cuando acaba de subir las escaleras siente que le falta la respiración. Llama a la puerta pero no hay respuesta. Se abre la puerta a su espalda y sale de ella una mujer con la que parece que la vida se ha ensañado con placer. Su pelo está arremolinado alrededor de su cabeza y le tapa prácticamente la cara, pero se puede adivinar el desprecio en su mirada.
Abre su boca de forma que parece que sonríe:
- Tiene que llamar más fuerte, el cabrón estará durmiendo, como siempre.
Vuelve a llamar, con más fuerza y espera.
- Si eso es todo lo fuerte que puede aporrear la puerta, le está haciendo ganar el dinero muy fácilmente, menudo vago. Aunque a ti ya te debería dar vergüenza.
Está completamente desnudo, la invita a pasar y cierra la puerta.
- Deja la pasta sobre la mesa. Me voy a dar una ducha. Qué pronto has llegado, joder.
Entra en la única habitación del piso. En la esquina hay una mesa llena de libros sobre la que deja el dinero. 150 euros. La cama ocupa casi toda la habitación y frente a ella hay dos ventanas, se acerca y mira a través de una de ellas. Sólo un mar de tejados renegridos por la contaminación.
En la calle, las pocas farolas que están en pie prefieren no echar demasiada luz sobre este infierno. Cierra las cortinas.
La puerta del cuarto de baño está abierta y puede verle. No sabe la edad que tiene, pero no llega a los treinta. Es alto, su cuerpo es musculoso y el pelo le cae sobre los hombros. Su belleza es salvaje y sus movimientos arrogantes.
Se seca con una toalla que tira al suelo.
- ¿Aún estás vestida?.
- Tenemos que hablar.
- Claro mujer, pero después.
Los bloques de pisos se amontonan sin sentido, dejando apenas espacio entre ellos para que se acumulen los cubos de basura.
Casi es de noche y empieza a sentir miedo de que algo en ella la delate como ajena a este mundo olvidado, pero pasa desapercibida y consigue llegar al portal.
Él vive en el último piso y cuando acaba de subir las escaleras siente que le falta la respiración. Llama a la puerta pero no hay respuesta. Se abre la puerta a su espalda y sale de ella una mujer con la que parece que la vida se ha ensañado con placer. Su pelo está arremolinado alrededor de su cabeza y le tapa prácticamente la cara, pero se puede adivinar el desprecio en su mirada.
Abre su boca de forma que parece que sonríe:
- Tiene que llamar más fuerte, el cabrón estará durmiendo, como siempre.
Vuelve a llamar, con más fuerza y espera.
- Si eso es todo lo fuerte que puede aporrear la puerta, le está haciendo ganar el dinero muy fácilmente, menudo vago. Aunque a ti ya te debería dar vergüenza.
Está completamente desnudo, la invita a pasar y cierra la puerta.
- Deja la pasta sobre la mesa. Me voy a dar una ducha. Qué pronto has llegado, joder.
Entra en la única habitación del piso. En la esquina hay una mesa llena de libros sobre la que deja el dinero. 150 euros. La cama ocupa casi toda la habitación y frente a ella hay dos ventanas, se acerca y mira a través de una de ellas. Sólo un mar de tejados renegridos por la contaminación.
En la calle, las pocas farolas que están en pie prefieren no echar demasiada luz sobre este infierno. Cierra las cortinas.
La puerta del cuarto de baño está abierta y puede verle. No sabe la edad que tiene, pero no llega a los treinta. Es alto, su cuerpo es musculoso y el pelo le cae sobre los hombros. Su belleza es salvaje y sus movimientos arrogantes.
Se seca con una toalla que tira al suelo.
- ¿Aún estás vestida?.
- Tenemos que hablar.
- Claro mujer, pero después.
He autocensurado la segunda parte, hay cosas que puedo escribir pero que me da pudor enseñar... curiosos efectos de una educación represiva :D
ResponderEliminardespues de que? de tomar un capuchino en bolas, en plan naturista? ah! eso era!!! que bonita historia romantica sin atisbo alguno de congreso carnal.....yeeeeeeeeeeeee....queremos leer la segunda parte, le dijo henry miller a anais...
ResponderEliminarpelao, eso era justo lo que iban a hacer!! XD aunque ella toma café bombón, coronado con nata montada hmmmm :D
ResponderEliminarja ja ja, riquisimos ambos, el bombon y "montar la nata"...
ResponderEliminarQue asco!
ResponderEliminarjopetas Gaiar, si no te gusta la nata... pues con sirope de caramelo! :)
ResponderEliminarLa nata si me gusta... solo queria saber que me ibas a responder...
ResponderEliminarQué bueno. Genial la atmosfera que has creado, podría ser el principio de un buena historia, más larga me refiero. Se queda uno con ganas de más. Aunque no tengo claro que el final fuera precisamente dulce...
ResponderEliminarUn abrazo
Me temo que no, el final es aún más oscuro que el principio... uf!
ResponderEliminar