La niebla
Conducía entre una niebla densa y húmeda que mojaba el cristal.
Faltaba una hora para que el sol despertara y no había nadie más por las calles de la urbanización.
Se detuvo, bajó la ventanilla del coche y escuchó el silencio del invierno.
Cuantas veces lo había escuchado y cuantas veces le había parecido completamente nuevo.
Salió del coche y encendió un cigarro.
Cerró la puerta y se apoyó en ella.
Esperó pacientemente a que amaneciera.
Faltaba una hora para que el sol despertara y no había nadie más por las calles de la urbanización.
Se detuvo, bajó la ventanilla del coche y escuchó el silencio del invierno.
Cuantas veces lo había escuchado y cuantas veces le había parecido completamente nuevo.
Salió del coche y encendió un cigarro.
Cerró la puerta y se apoyó en ella.
Esperó pacientemente a que amaneciera.
que tranquilidad ver como van dislumbrandose el paisaje besos
ResponderEliminarsilencio del invierno.... tiene algo de mágico ( más aun bajo el manto de nieve que va cayendo) que no tiene ningun otro silencio...
ResponderEliminarBesitos embrujados
Hace un frío de miedo y lo único que se me ocurre es pararme aquí a ver amanecer. Soy un perdedor.
ResponderEliminarSi Niña María, era como estar en el reino de la tranquilidad :)
ResponderEliminarbesos
Brujita, recuerdo la novela El silencio blanco de Jack London, en algún pasaje describe más o menos esa sensación... si, pura magia.
ResponderEliminarbesines
Y no sólo eso Chuso, además cogerás un gripazo de espanto!! XD
ResponderEliminarNingún momento romántico es del todo inocuo, en ningún sentido :D