El perro cuántico

No tengo un perro común. Lo parece, por supuesto, pero yo sé que no lo es. 
Y es porque no puede evitar comportarse según su naturaleza.
Cuando era un cachorrito aún no había perfeccionado su técnica y cometía errores, pero ahora, dios mío, ahora es tan perfecto que he pedido a los científicos del CERN que lo analicen, porque creo que en su interior encierra el secreto de cómo se formó el universo.

En apariencia es un yorkshire terrier, de un kilo y medio de peso, más o menos, y un palmo de altura. Tiene una cartilla que acredita su pedigrí, su padre es campeón de europa, dos veces, y su madre, más joven, campeona de españa. Tiene dos apellidos compuestos y el porte que le proporciona su alto linaje, lo lleva en la sangre, impreso en su adn. Cabeza siempre alta, proporciones perfectas, postura en permanente posado para las cámaras, sabe y demuestra que es un campeón.

Nada de esto es extraordinario, porque hay muchos perros que son así, puede ser asombroso, pero no extraordinario.
Lo que sí es extraordinario es su forma de existir.
Conan no existe de la forma que cualquiera podría entender, no, Conan existe y no existe en el mismo espacio y tiempo, y no hace falta que le encierre en una caja para eso. 
A veces pienso que mi perro no ha sido el único en la historia y que Schrödinger sin duda tuvo algo parecido, pero en gato, seguro que fue así y de ahí la idea de encerrarlo en una caja con veneno. 
Le comprendo perfectamente.

Porque no importa donde esté Conan cuando le estés mirando, cuando le llamas y viene, desaparece entre tus piernas. 
Ya puedes girate y girarte dando vueltas como si hubieras bebido toda la noche y buscaras una farola que sacara al mundo de esa infinita espiral de fibonacci, puedes hacerlo sí, que no lo encontrarás, y es porque no está.
O sí, en realidad está y no está al mismo tiempo. 
Está, pero en una realidad alternativa desde la que él observa, seguramente divirtiéndose mucho, como das vueltas y vueltas.

Cuando por fin paras, frustrado y rendido, siempre, y digo siempre, giras la cabeza 137´5º, no importa en qué dirección y ahí está, mirándote con cara de llevar esperando una eternidad, y oye, igual lleva una eternidad, quien sabe cómo discurre el tiempo en las otras dimensiones.

Así que Schrödinger lo tuvo muy fácil, aún no he probado a encerrar a Conan en una caja con veneno y comprobarlo, porque le tengo cierto cariño, pero lo haré, está acabando con mi paciencia, aunque preveo el resultado, cuando abra la caja no estará, sólo tendré que mover la cabeza en el giro exacto y aparecerá.

Me han dado cita para el 25 de diciembre de este año, casualmente el día del nacimiento de Isaac Newton, ¿no es poético?. Me han dicho que aporte alguna prueba antes, y estoy rodando un video que demuestra que ser un perro cuántico consume una cantidad de energía espectacular. Ah, seguramente ese es el único fallo del sistema.

Le saco tres veces a pasear, él sabe, porque lo ve en otros perros que sí son normales, que cuando los sacan a pasear renuevan su interior de forma que expulsan el combustible procesado que su cuerpo ya no necesita, o lo que es lo mismo, orinan y defecan.
Pues bien, resulta que Conan consume combustible de forma normal, lo que es una tacita de croquetitas para perros, pero lo que procesa en su interior es una cantidad aproximada cien veces superior. 
No importa que trate de controlar el alimento que ingiere, cada vez que salimos a pasear siempre proporciona residuos con un peso equivalente al de su peso total, el del total! y así tres veces al día. 

Es curioso que siendo seguramente un alienígena, o algo parecido, no se haya dado cuenta de ese detalle, se crea a salvo de cualquier demostración empírica de su engaño, y sí le divierta verme girar y girar... bueno, supongo que el humor alienígena es complicado de entender.

Mi teoría es que en su interior existe una singularidad espacio-temporal que provoca que todo lo que entra en su cuerpo alcance la velocidad de la luz, de esa forma, las croquetitas que viajan en su interior se expanden en el espacio durante el tiempo que transcurre entre un paseo y otro paseo, y cuando abandonan a Conan, que ya intuyo que es en realidad una nave espacial peluda, sufren el mismo tipo de expansión de la materia que provocó la formación del universo. 
De una croquetita de menos de 5 milímetros, obtenemos medio kilo de densa materia liberada después de un proceso energético expansivo y ruidoso.

Es una lástima que las bolsas para excrementos de perros sólo sean de plástico, porque me están costando un pastón las bolsas especiales para contener material radioactivo.
Las tengo que guardar y una vez a la semana vienen de la NASA a llevárselas, porque después de exhaustivos análisis me han asegurado que se utilizarán como combustible en los próximos transbordadores espaciales.
No es cierto que no vaya a haber más viajes espaciales, sólo están rediseñando el sistema de combustible de las naves, creo que podremos llegar a Marte con un tetrabrik de "esencia" concentrada de Conan.

En fin, este es el día a día con mi adorable mascota, una auténtica odisea espacial, estoy deseando que alguna eminencia de esas que entrevista Punset piense en una solución, porque si es abrumador el asunto de los residuos sólidos, es absolutamente insufrible el de los gaseosos, que nos obligan a desalojar la casa en los momentos más incómodos o inoportunos, durante la cena de nochebuena o justo cuando Sherlock se dispone a vencer a Moriarty con la magistral frase "Puedo estar con los ángeles, pero no soy uno de ellos"... bruff!

Estoy deseando que llegue la Navidad, este año voy a tener el mejor regalo.

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