Generación Vintage

Somos una generación inusual.

Aquellos que estamos en los cincuenta o sesenta años de nuestra vida crecimos en un mundo completamente distinto al que hoy conocemos. La tecnología ha tenido que ver, pero más aún cómo hemos sabido adaptarnos a ella.

Hemos asumido cada cambio sin miedo, nos hemos adaptado y hemos demandado más cambios constantemente.

Somos la generación que ha deseado estar conectada, comunicarse, disfrutar de las creaciones artísticas y compartirlas, romper fronteras, incluso las que van más allá de la luna, conocer los límites físicos y psíquicos del ser humano, superarnos.

Soñamos con un mundo mejor en el que las guerras fueran imposibles y en el que nuestro planeta tuviera un respiro. Abandonamos los fanatismos e indagamos en el equlibrio de todas las cosas, de las personas, del planeta.

El resultado está ahí, como en todos los caminos que se emprenden hay obstáculos, pero la tendencia es inequívoca, no hay marcha atrás, el mundo será un lugar mejor para todos.

Y por eso abordamos la inevitable vejez con un ánimo distinto al de otras generaciones anteriores, porque no nos sentimos envejecer, sabemos que los sueños se pueden cumplir y que aún tenemos tiempo, nos queda tiempo para ver más de lo que hemos visto.

De niños veíamos la televisión en blanco y negro, sólo unas horas al día y sólo en dos canales. El teléfono estaba sujeto a la pared y las llamadas eran como un juego de azar, había que probar si había alguien en casa.

Escuchábamos la música en discos de vinilo y si queríamos información de cualquier tema, lo buscábamos y leíamos en los libros, que sólo existían en papel, como de papel eran las cartas que enviábamos por correo. Cuando queríamos ver una nueva película, íbamos al cine y lo planeábamos con cuidado, porque de lo contrario sabíamos que habíamos perdido la oportunidad.

Las personas que conocíamos o podíamos conocer se limitaban a aquellas que eran de nuestro entorno más cercano o las que encontrábamos cuando visitábamos otros lugares. Los transportes en autobús, en tren o en barco estaban limitados a determinados días y horas y los viajes en avión quedaban para situaciones extraordinarias.

Todos conocemos el mundo en el que vivimos hoy en día, pero sólo nuestra generación sabe cómo era el mundo entonces, lo que queríamos y lo que hemos conseguido.

Por eso tenemos la mirada llena de extraordinarios avances y de retos ampliamente superados, somos el vino de la mejor cosecha, el icono de aquellos que nacieron para evolucionar sin límites.

Somos la generación Vintage.

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