Beyond spring gate

Me he comprado el puzzle "Beyond Spring Gate" de Thomas Kinkade.
Había más del mismo autor y tal vez cuando acabe éste empiece algún otro, porque es un auténtico placer ver con detalle las minúsculas pinceladas de cada trazo.

Por lo visto lo denominan el pintor de la luz, me figuro que con el permiso de Sorolla, y si bien es cierto que la domina, a mí me ha gustado más el frescor, tal vez algo edulcorado, que transmiten en general sus cuadros.

No sé exactamente qué es lo que me seduce al hacer un puzzle, pero si es bueno como éste, permanezco dentro de él como espectadora de la realidad, mientras todo a mi alrededor continúa con su ritmo frenético.

Sostengo la pieza delante de mis ojos y la observo.
Miro cada pequeña pincelada que la haga diferente del resto, y por esa razón identificable en el conjunto, y después la busco en la fotografía.
Al principio coloco piezas en el vacío, después se van uniendo como por arte de magia y en pocas horas ya aparecen las primeras formas, se dibujan los contornos.

Es como tejer el tiempo y encerrarlo entre los cuatro lados del puzzle.
Recuerdo cada pieza, qué sucedía cuando la buscaba, cuando la coloqué, recuerdo cuando se unieron las zonas más representativas, formando otras mayores, y recordaré el momento en que ponga la última.

Tengo montones de puzzles en casa, algunos enmarcados, otros pendientes de enmarcar desde hace años, no tendría paredes para colgarlos todos, pero los conservo con todo mi cariño.
Cada uno tiene una historia detrás, un momento determinado en el que me sumergí en ese estado de meditación necesario para construirlos.

Parecen instantáneas de la forma en que discurre el tiempo en mi vida.
Cada segundo cuesta, debe ocupar su lugar y formará un conjunto que seguramente al final tendrá un sentido.
Mientras tanto sigo colocando las piezas, ensamblando horas y días alrededor del marco, dibujando mi propia existencia.