No sé por qué lloro

No sé por qué lloro.
No sé si es por las oportunidades perdidas, o porque fueron oportunidades.
Porque no te dije que te quería, o porque te quería.

Después de estar cuatro días en cama he tenido tiempo para imaginar cómo debe ser tener que soportar que pasen los días y los años así, necesitando la ayuda de otros para poder vivir.
Pero no he querido hacerlo, cada vez que he necesitado ayuda para levantarme, para vestirme, para comer, cada vez que me he sentido una inválida, he pensado en ti y cada vez, he peleado por no pensar en ti.

Me he dado cuenta de que está demasiado reciente, de que aún tengo una herida abierta por la que sangro a borbotones que se transforman en un mar de lágrimas, de tristeza, de dolor, de ausencia y vacío, de soledad.

Te echo de menos, aunque nunca estuviste conmigo, necesito abrazarte, aunque nunca me abrazaste, necesito decirte que te quiero, y que siempre te querré, aunque nunca lo haya oido de tus labios. Necesito dejar de sufrir.

No sé por qué lloro ahora que todo ha acabado.

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