Cuando volví a trabajar me sentí genial, pero al poco tiempo ya echaba de menos tener tiempo para mi y para la Reina. Me parecía que cobraba poco, que eran demasiadas horas, que había pocos días libres, en fin, lo normal.
Ahora que vuelvo a estar en casa, y después de unos días de hacer todo lo que no he podido hacer durante meses, empiezo a subirme por las paredes.
Creo que tengo la enfermedad del inconformismo, y es muy incómoda.
Usted se lo merece por estar levantando mis animos y las hormonas.
ResponderEliminarTe deseo, ahora que estas en aquella esquina del techo obnubilada con las telarañas que pase un tren de daltonicos y secuestre al oraculo.
Asi tendras que orar por otro...
Creo que ya he descargado mi tormenta, voy a ver si cambio de silla y vuelvo a mi paz espiritual.
En menuda cueva me he metido...
XD
ResponderEliminarPues te aseguro que sólo cogeré el tren que me lleve al infierno, y no va a ser precisamente porque ande rezando por nadie.
Carpe diem!